Galicia busca una denominación de origen para amparar sus olivos
A finales de año los viveros venderán las plantas de las dos primeras variedades autóctonas de aceituna registradas por el CSIC, que tiene otras quince en estudio
Galicia cuenta con una amplia tradición en el cultivo del olivo. De ello dan fe los árboles centenarios que crecen en zonas de Lugo y Ourense. Pero es que, además, este cultivo ha cobrado protagonismo en los últimos años, pues cada vez son más los que se inician en el mundo del olivo. De ahí que la Asociación de Productores de Aceite y Aceituna de Galicia lleve un tiempo trabajando para conseguir una fórmula que permita acreditar la aceituna que se produce en Galicia. La opción que cobra más fuerza es la de poner en marcha una denominación de origen, un proyecto en el que ya se está trabajando en colaboración con la Consellería do Medio Rural. Paralelamente, en la Misión Biológica de Galicia siguen adelante con las investigaciones para identificar variedades autóctonas de este árbol. Las plantas de las dos que ya cuentan con todas las certificaciones, la brava y la mansa gallega, podrán comprarse en los viveros a finales de este año.
«A ver si este año conseguimos, por lo menos, poner en marcha algún sistema de trazabilidad», explica José Antonio García, presidente de la asociación gallega. Asegura que uno de los problemas con los que se encuentra el sector «es que aquí se está vendiendo como gallega mucha aceituna de fuera» y por eso considera que ha llegado el momento de acabar con la picaresca. «Llevamos tiempo peleando por una Indicación Geográfica Protegida, algo que nos distinga», argumenta. Pero ahora todo parece indicar que, finalmente, será una denominación de origen lo que ampare la producción gallega de olivos. En ello se está trabajando, aunque queda mucho por hacer, reconoce García. «La asignatura pendiente de los productores es que registren sus fincas. En la asociación lo estamos haciendo, con la ayuda de Medio Rural, pero si no hay ese registro no podemos hacer nada», argumenta. Ni solicitar ayudas, ni acreditar la procedencia de las producciones... La futura denominación de origen tendría una base territorial, es decir, solo se podrían acoger a ella plantaciones ubicadas en determinados terrenos. «Estamos haciendo estudios con base histórica, porque hay muchas zonas donde históricamente se cultivó olivo como Quiroga, Ribas de Sil, o Verín... que son las que entrarían en la denominación», argumenta.
En todo este trabajo de poner en valor el olivo colabora también el equipo de viticultura de la Misión Biológica, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Gracias al patrocinio de la Fundación Juana de Vega se está desarrollando un estudio para ampliar y completar la recuperación de variedades de olivos autóctonos. Los técnicos se recorrieron Galicia y seleccionaron 130 árboles centenarios que, tras analizarlos, dieron como resultado 17 nuevas especies de olivos propias de Galicia. Dos de ellas ya se han catalogado y registrado, y han sido puestas a disposición de los viveros para que las comercialicen, algo que sucederá a final de año. Son la mansa y la brava gallega. «Dan una calidad de aceite impresionante», explica la investigadora Carmen Martínez.
Las plantas están ya en los viveros, pero todavía no han llegado al mercado. Y eso que tienen mucha demanda. «Todos los días recibimos llamadas de productores interesados en plantar», asegura Martínez. «Sí que hay mucha demanda, pero desde la asociación no estamos recomendando hacer grandes plantaciones de estas variedades porque no tenemos muchos datos sobre cómo van a comportarse», explica García. Sostiene que aún les faltan datos sobre el rendimiento que pueden tener estas especies y por ello se muestran cautos sobre hacer grandes plantaciones de estas variedades.
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