En busca de los olivos bonsais
EL tamaño sí importa, por lo menos si de olivos se trata. El cultivo de aceitunas ha sido tradicionalmente una actividad económica que se ha relacionado con la rentabilidad. Más en los últimos años, donde las nuevas técnicas permiten multiplicar la rentabilidad y reducir los costes.
Ahora, investigadores de la finca La Orden trabajan para eliminar alguno de los problemas colaterales que tienen. Estudian la manera de prolongar la vida útil de los árboles reduciendo su crecimiento. Buscan el olivo bonsai.
Los olivares se plantan para los hijos. Esta expresión tan usada de siempre ha dejado de ser cierta, y el concepto de producción ha cambiado radicalmente. Ahora, en apenas tres años, una planta puede estar a pleno rendimiento.
Primero fue el olivar intensivo, con más árboles por hectárea y el riego como elemento novedoso. El agua abría insospechadas posibilidades. Con el paso del tiempo, la densidad de plantas y la producción se fue incrementando, dando pie al concepto superintensivo. Además del incremento del rendimiento, tenían la ventaja de la reducción de costes, ya que las operaciones de recogida están mecanizadas.
El último estadio se alcanza con el olivar en seto, que puede alcanzar los 2.000 plantas por hectárea y rendimientos de hasta 20.000 kilos por hectárea, hasta 20 veces por encima de uno tradicional. Se llaman así porque con el paso del tiempo es difícil distinguir las ramas de un árbol de otro, dando la apariencia de un seto decorativo.
De una década a esta parte, este tipo de plantaciones han proliferado en toda la geografía regional. También en Portugal, donde muchos españoles se han instalado atraídos por los bajos precios de la tierra y las facilidades de riego que ofrece la macropresa de Alqueva.
Problemas
Sin embargo, no era todo tan bonito como lo pintaban. El olivar de regadío tiene muchas ventajas pero, también algunos inconvenientes. El principal deriva de su vida productiva. Cierto es que produce a pleno rendimiento a los tres años, menos de la mitad que uno de secano. Pero también funcionan durante mucho menos tiempo. Después de los seis años, su curva de rendimiento baja considerablemente. Nada que ver con los bíblicos olivos del monte de Getsemaní, donde fue apresado Jesús, que todavía están vivos dos mil años después.
Son varias las razones que influyen en esta circunstancia, como la mayor posibilidad de sufrir alguna plaga. Pero la más recurrente es la 'competencia por sombreamiento'. Es decir, su excesivo crecimiento provoca que las ramas de los árboles se 'estorben' entre sí y se roben la luz del sol. La poda no es una opción demasiado recomendable. Una de las ventajas de este sistema es que se ahorran costes, con lo que no tiene demasiado sentido incrementarlos con una labor que se debe hacer a mano. Además, pasado el tiempo, las ramas se hacen más gruesas y salen más rápido, en un intento de la planta de equilibrar el crecimiento de las raíces.
Otro de los problemas derivados pasa por las dificultades que sufren la modernas máquinas recolectoras con tanto follaje. Para coger las aceitunas, es necesario que el árbol 'entre' por el hueco destinado para ello en la máquina. De no lograrse, sufre el vehículo y también la planta. Llega un momento en el que resulta más rentable arrancar el árbol y plantar otro que seguir trabajando con el que existe.
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