14 febrero, 2019

Robots españoles que envasan aceite de oliva al mundo entero

Dcoop envasa a la carta desde unas instalaciones totalmente robotizadas, con un almacén automatizado de vértigo, vehículos de transporte sin conductor y trazabilidad total, en Antequera 

Si el Grupo Cooperativo Dcoop fuera un país, sería el segundo mayor productor de aceite de oliva del mundo después de España. Los números de la presente cosecha le acompañan. "Este año vamos a tener más producción que la que va a obtener Italia, Grecia y Túnez. Nuestra producción media está en torno a 250.000 toneladas", afirma Rafael Sánchez de Puerta, director del Grupo Dcoop, el mayor grupo productor y comercializador de aceite de oliva global, aunque con negocio en vino, aceitunas y leche de cabra. Este proyecto nace de integrar la oferta de 120 cooperativas de primer grado para vender de forma conjunta sus aceites. En la actualidad, el 15% del aceite de oliva de España sale de Dcoop y el 9% del mundo.
"El segundo objetivo del Grupo es conseguir el mayor volumen de venta de aceite de oliva envasado y en el mayor número de países. De nuestros 250 millones de kilos, estamos envasando alrededor de 150.000 toneladas", apunta Sánchez de Puerta. Los vientos del proceso de internacionalización corren a favor con una presencia muy importante en Estados Unidos, un mercado con gran potencial para el aceite de oliva virgen (AOVE).
"La estrategia en este país comenzó hace dos años la alianza con la importadora y envasadora de primera línea en EEUU, Pompeian", cuenta Rafael, con cuyo 50% se hizo Dcoop a cambio de que esta participara con igual porcentaje en Mercaóleo, la división industrial de aceite de oliva del Grupo Cooperativo, con instalaciones de envasado en Antequera (Málaga), donde impera la robotización de sus procesos.

Trazabilidad integral

Hasta que finaliza el envasado, cada detalle de cada paso en el proceso de elaboración del aceite de oliva no se le escapa a Dcoop. "Tener completamente controlada la trazabilidad del producto es nuestra principal arma competitiva", sostiene su director. Desde el cultivo de la aceituna en el olivo, luego con su entrega en la almazara hasta las líneas robotizadas del envasado, se asegura la calidad del aceite puesto en el lineal de compra en todo el mundo.
Por eso no es extraño observar en la visita a la planta de envasado de Mercaóleo en Antequera que se esté envasando una partida de aceite con su etiqueta en japonés para una importante cadena de distribución nipona –otro de los países importadores claves de Dcoop, con la Unión Europea y EEUU-,  con clientela de alto nivel adquisitivo.
"Cubrimos de sobra los estándares de calidad tan exhaustivos que nos exigen a base de la tecnología más puntera", señala Martín Ruiz, responsable de la envasadora. A pesar de ello y por exigencia que roza el dogma de la pureza, los japoneses han impuesto cuatro "veedores" que supervisan cada botella. Ellos suman operarios de forma extraordinaria a una instalación donde el robot es el habitante mayoritario.
"Aquí se ha instalado lo más avanzado que hay en el sector de envasado", subraya Martín. Desde el exterior se erige una nave en altura sobre el resto de las edificaciones. Una vez dentro de la planta, toma cuerpo el almacén automático, huérfano de seres humanos, con 12 plantas a razón de 32 metros de alto y 80 metros de longitud, "lo que nos da una capacidad de gestión de 7.000 palés a través de dos grúas robotizadas. Cada una de ellas comanda cuatro calles y dispone de una velocidad para mover 60 palés por hora", explica el responsable de la planta. Nadie le dice a la grúa en qué lugar tiene que colocar los palés ni cuáles coger, sino que a la entrada conoce qué artículo y qué rotación tiene mediante un software que le indica dónde colocarlo. Al ritmo de envasado, el almacén suele estar cerca del umbral del 100% de ocupación.

"Toros" sin conductor

Todas las máquinas son automáticas aquí. El almacén nutre de material auxiliar para proseguir con el envasado. Botellas, el sencillo y súper maleable envase PET con el que se confeccionan, etiquetas, cartones, tapones, etc. se llevan sin intervenir mano alguna. Carretillas elevadoras tipo toro sin conductor los acarrean de un sitio a otro. Van guiados con un láser arriba y a modo del sonar de los barcos van emitiendo y con unos espejitos, van recibiendo la señal.
Con esa triangulación saben en todo momento dónde se encuentran. "En eso consiste la ventaja. Lo puedo apagar, me lo llevo a la otra punta de la zona de envasado y si lo enciendo allí, el vehículo va a geolocalizar que está en ese punto para posteriormente funcionar", describe Martín. Los "toros" se mueven entre muy pocos operarios o las visitas de la planta.
"Son muy seguros, gracias a los escáneres que portan delante y detrás para poder detenerse cuando encuentra un obstáculo", añade este responsable, quien resume en dos palabras la innovación de esta planta que la destaque de otras envasadoras de este tipo: la trazabilidad total. Robótica y trazabilidad se dan la mano, desde que los palés de producto terminado se den de alta solos hasta los sistemas informáticos para documentar todo en el sistema de información SAP para la gestión.
Fuente:larazon.es

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