15 diciembre, 2015

El sector del aceite de oliva, en alerta por la expansión de la bacteria Xylella


Preocupación en el sector español del aceite de oliva por las gravísimas consecuencias que la bacteria Xylella fastidiosa puede acarrear en unos de los buques insignia de nuestra agricultura. Los estragos que ha causado en Italia, concretamente en la región de Apulia, al sureste del país, y que obligan a arrancar el olivo como una solución eficaz para erradicar la plaga, puesto que la bacteria termina por matar al árbol, son un buen ejemplo de lo que se nos puede venir encima si finalmente llega a nuestro país. Un dato preocupante es que ya se ha extendido a la isla de Córcega, aunque afortunadamente no ha llegado al territorio continental francés.
El sector del aceite de oliva emplea en nuestro país a más de medio millón de personas, entre empleos directos e indirectos. Posee aproximadamente 300 millones de olivos repartidos en 2,5 millones de hectáreas y tiene una producción media de 1,2 millones de toneladas al año. Producimos el 60% de la producción de la Unión Europea y el 45% del mundo. Solo en la provincia de Jaén se obtiene el 40% del aceite de oliva de España y en torno al 25% del mundo.

Decisiones adecuadas

Pedro Barato, presidente de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español y de la organización agraria Asaja, afirma que desde la aparición de la Xylella en Italia se están aplicando las decisiones adecuadas. Representantes del sector se han reunido con el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria(INIA), así como con investigadores españoles y de otros países para «poner las soluciones en el caso de que llegue. Creo que hay potencial suficiente para abordar el tema».
Este mes, incluso ha habido reuniones de algunos representantes de la Comisión Europea con la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
A juicio de Barato no debe haber motivos de preocupación porque están «tomado las medidas necesarias», pero sí hay que ser prudentes y estar en alerta, dada la importancia del sector, cuyo valor de producción se situó en 1.886 millones de euros entre 2007 y 2012, el equivalente al 4,6% de la toda la producción agraria. El presidente de la Interprofesional del Aceite de Oliva asegura que es necesario vigilar la importación de especies vegetales.

La Xylella fastidiosa la portan y extienden pulgones y otros insectos voladores como cigarras o chicharras, que absorben la bacteria de una planta enferma y la transmiten cuando chupan la savia de un cultivo sano. Una vez que el organismo patógeno se instala en el sistema vascular del olivo se multiplica en su interior, taponando el flujo de savia bruta, principalmente agua y sales minerales. En una primera fase la planta muestra síntomas de marchitez. Posteriormente se secan las hojas y las ramas hasta su muerte. Finalmente, es necesario arrancar el olivo y no se puede plantar, al menos, en un año.

Un antibiótico eficaz, prohibido

El gran problema es que no existe un tratamiento fitosanitario efectivo para combatir a la Xylella con la actual normativa comunitaria, según asegura el director general de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla), Carlos Palomar.
La industria fitosanitaria disponía de un antibiótico de última generación bastante eficaz contra las bacterias llamado kasugamicina, pero su utilización se prohibió en la UE hace algunos años por el denominado principio de precaución, con el fin de evitar resistencias en especies vegetales y animales. Este antibiótico nunca se probó en los olivos, aunque sí en cítricos, donde se demostró su efectividad.
Actualmente en la Unión Europea solo se pueden aplicar algunos tratamientos preventivos a base de cobre, pero que no erradican la enfermedad. Son efectivos en el caso del repilo o enfermedad de las hojas. Además, estos tratamientos no se pueden aplicar más de dos o tres veces al año y puede depender su efectividad en función de cada variedad de olivo, afirma Palomar. Respecto a otras soluciones como los tratamientos biológicas o buscar nuevas variedades resistentes –añade– son un proceso lento y costoso.
Según datos que maneja el sector agrícola, el azote de nuevas plagas es cada vez mayor. Si hace tiempo la media de tiempo transcurrido entre una y otra plaga era de entre año y medio y dos años, actualmente se sitúa en doce meses.
Ante la imposibilidad de tratamiento, la otra alternativa es evitar que la bacteria puede atravesar nuestras fronteras, ya que muchas plantas pueden no mostrar síntomas hasta que ya es tarde y ha contagiado a otras especies.

Control de fronteras

El Ministerio de Agricultura está vigilante desde que se conocieron los primeros casos en Italia. Ahora mismo se están aplicando medidas profilácticas, vigilando las importaciones de plantas y árboles ornamentales, el material de reproducción y llevando a cabo controles en frontera. 
Sigue: abc.es


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