El mercado y el campo van por caminos distintos. Los operadores ven
la lluvia como una auténtica 'bendición' después de una campaña
tremendamente escasa motivada por la sequía. En cambio, los olivareros
tienen otro punto de vista: 'Ni tan poco, ni tanto'. El agua ya molesta y
hasta perjudica. La humedad complica el retallo del olivo y amenaza la
próxima cosecha. Los agricultores recibían hace unos meses las gotas de
agua como una auténtica lluvia de dinero.
Sin embargo, ahora a muchos les parecen “pedradas”. Los árboles no
tienen el desarrollo vegetativo esperado porque las nubes no dan tregua.
El olivo necesita agua, pero también sol. En estos meses, las borrascas
no han dejado al astro rey ni asomarse por Jaén. Muchos creen que
pasará factura al cultivo y a las cuentas de los agricultores cuando se
recoja la próxima cosecha.
Juan Luis Ávila es biólogo y secretario
general de COAG en Jaén: “El olivar no tiene el aspecto que debería.
Está mal y se le ve muy poco retallo. Cuando miras los árboles no ves
una gran cosecha. No siempre la lluvia se plasma en una producción
importante. El invierno ha sido muy duro. Demasiadas nubes y el cultivo
aún se halla en fase de recuperación. Ya estamos en abril.
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