Aceite de oliva¿producto banalizado?
Productores e industriales acusan a la distribución de vender a pérdidas y desprestigiar así un artículo de calidad · Las cadenas lo niegan y justifican los precios por la caída del consumo
Los expertos de la distribución alimentaria afirman que el consumidor medio no suele mirar los precios de cada producto. Su referencia es el carro de la compra: conoce muy bien el global de lo que gastará, pero no tanto el detalle. Salvo excepciones. Una de esas escasísimas salvedades es el precio del litro de aceite de oliva. Si es uno de los pocos productos visibles en precio, tiene lógica que se use como reclamo, como blanco de ofertas, campañas y promociones. Y más en un momento de caída del consumo.
Ello está generando tensiones entre los eslabones de la cadena de valor. Desde la Asociación Nacional de Industriales y Envasadores de Aceites Comestibles (Anierac), se acusa a la distribución de vender a pérdidas, una práctica prohibida en España con carácter general. Y de hacerlo, además, de forma continuada. "Dejando aparte que la ley tiene resquicios, lo cierto es que están vendiendo por debajo de coste y manteniendo esta política a largo plazo; no estamos en la defensa jurídica, sino del sentido común, y esta guerra de precios se tiene que terminar", afirma Pedro Rubio, presidente de Anierac.
Todas las asociaciones de la distribución (ACES, Asedas y Anged) niegan en rotundo que se venda a pérdidas. "Se comprueba fácilmente con las facturas y las denuncias nunca se sustancian en nada", dice Aurelio del Pino, director general de ACES, que agrupa, entre otras, a Dia, Eroski y Lidl. Otras fuentes del sector apuntan a la industria, que sí está autorizada a vender a pérdidas. "En algunos casos, son ellos los que facilitan el producto a esos precios; lo hacen con el que tienen ya envasado, no con el que se moltura en campaña; y ahora se alían con el productor para montar un lío y subir precios".
Sea o no así, tanto industria como productores creen que la brutal tensión en los precios está banalizando el producto. En España, principal país productor, el aceite de oliva es cada vez más de primera necesidad mientras que en los países importadores es considerado gourmet. Consecuencia: los aceites de más calidad salen a donde hay demanda, con la crisis cada vez más, y el grueso se queda aquí. Un industrial andaluz con vocación claramente exportadora afirma que en España la cultura del consumo de aceite es muy escasa. Se conoce muy poco sobre el sabor de variedades como picual, arbequina o hojiblanca, o sobre las denominaciones de origen. Para el sector productor e industrial, admite Pedro Rubio, la exportación es "un refugio". Pero sólo eso. A pesar de que en 2010 se ha batido el récord, con 539.000 toneladas y un 35% de crecimiento, todavía quedan 850.000 de consumo interno.
"Afortunadamente", dice un representante de la distribución, que explica que la presión de los precios en España ha permitido absorber la altísima producción de los últimos años. "En otros casos ha habido una clarísima sustitución por otros productos y en el aceite no ha ocurrido así". Ignacio García Magarzo, director general de Asedas, que agrupa a Mercadona, Mas, Supersol o Covirán, afirma que la tendencia la marca el consumidor. "Lo que antes daba valor al producto no era el producto en sí, sino lo que el cliente estaba dispuesto a pagar; y a lo mejor el cliente ha acudido a uno más barato y se ha percatado de que no hay tanta diferencia real".
Los precios están poniendo al sector al límite. Anierac habla de "situación dramática", de caída en el empleo y de reducción al máximo de los márgenes. Gran parte del sector productor "está descapitalizado", afirma Jósé Vázquez, "y vende a lo que le den". El técnico de Asaja calcula que ahora se pierden de media 750 euros por cada 1.500 kilos de aceite que se produce, y el pago europeo es de 600 euros de media por hectárea. Según COAG el precio en origen ponderado es de 1,839 euros por kilo, un 8% menos que en la campaña pasada y lejos de los 2,491 kilos que marca el umbral de rentabilidad.
En el último mes todas las partes han comenzado a hablar, con la mediación del Ministerio de Medio Ambiente, sobre un código de buenas prácticas o un contrato homologado, algo "de lo que se lleva hablando dos generaciones", dice Rubio, y de lo que Faeca, la federación de cooperativas andaluzas, recela. "Tiene sentido en la leche, con un sector más estructurado y que puede hablar de tú a tú, pero en uno tan atomizado como éste no", dice Rafael Sánchez de Puerta, su director general, que cree que el almacenamiento privado es la única medida efectiva en el corto plazo.
Aurelio del Pino sugiere incidir en la diferenciación, algo que, según él, ya hace la distribución. Se trata de ir a un mercado como el del vino, donde, junto al volumen y el precio, importa el valor. Hace décadas el consumidor no conocía los tipos de vino; ahora los lineales están llenos con la más diversa procedencia y variedad.
Fuente:eldiadecordoba.es
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