Es raro el día en el que Carmen Martínez no reciba una llamada preguntando por las dos plantas de olivo autóctono que han recuperado desde la Misión Biológica de Galicia (CSIC). Todos quieren plantar las variedades de Brava gallega y Mansa gallega, que ya fueron reconocidas por el Ministerio de Agricultura y que ofrecen, según las pruebas realizadas, un aceite virgen extra de excelente calidad. Pero aún habrá que esperar al menos dos años para completar el proceso. «Existe un interés enorme», asegura la directora del grupo de Viticultura del centro, que considera que la espera valdrá la pena. Tampoco tiene dudas de que son tan solo la punta de lanza de una pujante y futura industria gallega del aceite de oliva. Porque hay más en la reserva. De momento se han identificado un total de 13 variedades distintas procedentes de los 45 olivos centenarios en los que se han realizado análisis de ADN y la descripción botánica de los ejemplares. Quedan otros 25 en los que el estudio aún no se ha completado, por lo que el número podría aumentar. Y aún se sigue buscando nuevos olivos centenarios por toda Galicia dentro de un proyecto a cuatro años financiado por la Fundación Juana de Vega y en el que también participan la Asociación de Productores de Aceite de Galicia y la Asociación de Viveristas del Noroeste.
El interés y la expectación por los resultados es enorme. Es una situación que no le resulta ajena a Martínez Rodríguez, que a mediados de la década de los ochenta del pasado siglo participó en la recuperación de la uva de albariño. Lo que pasó desde entonces ya es historia, con bodegas que exportan el vino a todo el mundo en un próspero negocio. «Yo viví esa historia -dice- y lo que está pasando ahora con los olivos me recuerda exactamente lo mismo. Estoy segura de que de aquí va a surgir una industria del aceite».
Tradición olivarera
Lejos de lo que pueda pensarse, en Galicia sí existía una enorme tradición olivarera.
De hecho hay ejemplares centenarios en las cuatro provincias, aunque
especialmente en zonas como Quiroga (Lugo), donde hay auténticos bosques
de la especie. Incluso se han encontrado en Ortigueira
(A Coruña). La tala masiva de estos árboles durante el mandato de los
Reyes Católicos hizo desaparecer a la mayoría de los ejemplares, pero no
cortó las raíces de una tradición que ahora intenta rebrotar. «Desde
noviembre del 2016 hemos localizado y marcado 72 olivos, todos
centenarios, excepto los dos testigos de Arbequina y Picual, en
localidades de las cuatro provincias», corrobora Carmen Martínez. En el
estudio también se encontró un ejemplar de variedad portuguesa, el
Cobrancoça. De las aceitunas de 14 de estos árboles también se elaboraron pequeñas cantidades de aceite de «bastante calidad y muy diferentes a todo lo que hay en el mercado».Fuente:lavozdegalicia.es