La historia de la Alhambra, de su paisaje, es también la historia del olivo en Granada, ese árbol que los musulmanes relacionan con la luz de Dios. Los actuales, los que hay en el Cerro del Sol, por ejemplo, fueron plantados hace unos ciento cincuenta años. Así lo atestiguan los archivos de la Alhambra, que atesoran valiosas fotos, algunas tomadas por Laurent en 1875, donde se aprecian las tareas de plantación en la Dehesa del Generalife. Ejemplares ‘jóvenes’. En el Cerro del Sol siempre los hubo. Desde tiempos inmemoriales. Ahora, ladera arriba, conviven con los pinos, sembrados conforme el Estado fue adquiriendo las fincas en las inmediaciones de la Alhambra para frenar la erosión. Los olivos, alineados en franjas que también actúan como retén ante posibles fuegos, pueblan las zonas más llanas.
La variedad de olivo que remanece en los pagos alhambreños se llama Lucio, autóctona de Granada.
También la denominan ‘Lucio Gordo’ o ‘Plateado’. Se estima que en la
actualidad hay unas 10.000 hectáreas en toda la provincia, sobre todo en
la Vega de Granada, los Montes Orientales y en las comarcas del Norte.
De esas 10.000 hectáreas, 55 se localizan en el perímetro de la
Alhambra, en la zona del cementerio municipal de San José, el Cerro del
Aire o la Huerta de la Mercería. El Lucio se caracteriza por su
resistencia ante las bajas temperaturas y por su vigor. Su porte es
abierto y su densidad vegetal, espesa. Los expertos dicen que su madurez
es prematura –la recolección se generaliza en la Granada después de la
Concebida– y presenta un buen calibre de aceituna, lo que garantiza su
aprovechamiento graso a la hora de la molturación. En la Alhambra se
recoge con procedimientos manuales, aunque también se incluye alguna
vibradora mecánica. Se extienden mantos de malla sobre el terreno que
son arrastrados por los peones los diez o quince metros, no más, que hay
de distancia entre oliva y oliva. Este año, poco propicio por la
sequía, apenas hicieron falta un par de semanas para rematar la faena.
Catuxa
Novo, jefa de servicio de Jardines, Bosques y Huertas de la Alhambra,
comenta que «la función de los olivos en la Alhambra es fundamentalmente
paisajística». «Además, estamos en una zona agropecuaria y
también sirven para la prevención de los fuegos porque rompen la
continuidad de la masa forestal», asegura Catuxa, quien añade que se
trata de plantaciones con certificado ecológico, por lo que no se usan
productos fitosanitarios para su mantenimiento y están destinadas a este
tipo de producciones integradas, tan cotizadas en los mercados
nacionales e internacionales. «Los trabajos de mantenimiento son los
ordinarios, como la eliminación de las varetas o la roturación del
entorno, pero la extensión limitada no precisa de personal dedicado en
exclusiva a ello todo el año», refiere la responsable de todas las áreas
verdes de la Alhambra, también de enorme importancia patrimonial.
Según
Catuxa Novo, los olivos están plenamente integrados en el entorno y
están ahí para el disfrute de los ciudadanos. «Creo que estéticamente
son preciosos», apunta. «Además –agrega– su conservación está en
sintonía con la política de la Alhambra de preservar y fomentar
elementos antiguos, históricos y tradicionales». «Estamos hablando de
una zona muy visitada, lo que también permite a la gente conectarse con
actividades que son habituales en el campo», dice Catuxa Novo.
Fuente:ideal.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario