El dicho popular «cada mochuelo a su olivo se ha convertido en cada
mochuelo a su olivar», dice de manera ilustrativa José Eugenio
Gutiérrez, por el descenso en la población de este ave. Gutiérrez es
coordinador de Life Olivares vivos, un proyecto europeo en el que
participa la organización a la pertenece, SEO/Birdlife, así como la
Universidad de Jaén, la Estación Experimental de Zonas Áridas
dependiente del Csic y la Diputación de Jaén.
El proyecto, financiado con 2,8 millones de euros en cinco años y en el que participan veinte olivares de Andalucía, cuenta con el apoyo de la Interprofesional del Aceite de Oliva y la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero.
El objetivo de Olivares vivos es idear un modelo de olivicultura que sea capaz de recuperar la biodiversidad perdida en los olivares para «producir un valor añadido en el aceite», señala José Eugenio Gutiérrez.
No se trata solo de producir un aceite de oliva ecológico y de calidad, sino de crear una certificación que avale que se ha producido en un olivar donde abunda la biodiversidad, mochuelos incluidos. Según Gutiérrez, «cada vez hay más gente, sobre todo en Europa, que está dispuesta a hacer algo para conservar el medio ambiente».
Es precisamente esta vertiente comercial del proyecto una en las que participa la Universidad de Jaén a través de estudios de márketing y comercialización. Se busca, como explica el coordinador del proyecto, «diseñar la mejor estrategia para que ese aceite tenga su nicho de mercado y el consumidor sepa valorarlo».
La otra mitad del proyecto se centra en aumentar la biodiversidad de los olivares. Como explica Gutiérrez, esto se consigue «gestionando las cubiertas herbáceas que está demostrado que no disminuyen la productividad del olivar y generan biodiversidad», así como «restaurar las zonas improductivas, como lindes, riberas o caminos, que estaban destruidas o abandonadas».
El coordinador del proyecto asegura que han recibido llamadas de olivareros extremeños interesados en el proyecto, aunque como aún está en fase de estudio, no se ha exportado a otras comunidades autónomas. Sin embargo, asegura José Eugenio Gutiérrez, la idea es hacerlo extensivo a otras regiones tanto españolas como mediterráneas.
Estas prácticas no son más que las que se han hecho toda la vida en los olivares españoles hasta la intensificación de la agricultura. Sin embargo, el abandono de los usos tradicionales hacen que hoy día sean novedosos.
Y esto no sólo ocurre en el olivar, sino también en otros cultivos. Manuel Morales, profesor de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, pone otro ejemplo, «en España se mantenía la costumbre del barbecho, pero cada vez es más escaso y, al que se deja, se le aplican herbicidas para quitar las llamadas malas hierbas o se labra varias veces al año» lo que resulta nefasto para algunas especies.
Una de ellas es el sisón, un ave esteparia que, según Morales, «ha visto descender su densidad de población en Extremadura un 64% (medida en número de machos por km2), en los últimos doce años». El sisón, que fue un ave abundante, está hoy día en peligro de extinción en Extremadura.
Fuente:lacronicadebadajoz.com
El proyecto, financiado con 2,8 millones de euros en cinco años y en el que participan veinte olivares de Andalucía, cuenta con el apoyo de la Interprofesional del Aceite de Oliva y la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero.
El objetivo de Olivares vivos es idear un modelo de olivicultura que sea capaz de recuperar la biodiversidad perdida en los olivares para «producir un valor añadido en el aceite», señala José Eugenio Gutiérrez.
No se trata solo de producir un aceite de oliva ecológico y de calidad, sino de crear una certificación que avale que se ha producido en un olivar donde abunda la biodiversidad, mochuelos incluidos. Según Gutiérrez, «cada vez hay más gente, sobre todo en Europa, que está dispuesta a hacer algo para conservar el medio ambiente».
Es precisamente esta vertiente comercial del proyecto una en las que participa la Universidad de Jaén a través de estudios de márketing y comercialización. Se busca, como explica el coordinador del proyecto, «diseñar la mejor estrategia para que ese aceite tenga su nicho de mercado y el consumidor sepa valorarlo».
La otra mitad del proyecto se centra en aumentar la biodiversidad de los olivares. Como explica Gutiérrez, esto se consigue «gestionando las cubiertas herbáceas que está demostrado que no disminuyen la productividad del olivar y generan biodiversidad», así como «restaurar las zonas improductivas, como lindes, riberas o caminos, que estaban destruidas o abandonadas».
El coordinador del proyecto asegura que han recibido llamadas de olivareros extremeños interesados en el proyecto, aunque como aún está en fase de estudio, no se ha exportado a otras comunidades autónomas. Sin embargo, asegura José Eugenio Gutiérrez, la idea es hacerlo extensivo a otras regiones tanto españolas como mediterráneas.
Estas prácticas no son más que las que se han hecho toda la vida en los olivares españoles hasta la intensificación de la agricultura. Sin embargo, el abandono de los usos tradicionales hacen que hoy día sean novedosos.
Y esto no sólo ocurre en el olivar, sino también en otros cultivos. Manuel Morales, profesor de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, pone otro ejemplo, «en España se mantenía la costumbre del barbecho, pero cada vez es más escaso y, al que se deja, se le aplican herbicidas para quitar las llamadas malas hierbas o se labra varias veces al año» lo que resulta nefasto para algunas especies.
Una de ellas es el sisón, un ave esteparia que, según Morales, «ha visto descender su densidad de población en Extremadura un 64% (medida en número de machos por km2), en los últimos doce años». El sisón, que fue un ave abundante, está hoy día en peligro de extinción en Extremadura.
Fuente:lacronicadebadajoz.com
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