Italia, desde hace años, además de ser un gran productor de aceite de oliva tiene implantada la ley que prohíbe el uso de aceiteras rellenables
en restaurantes y otros locales de restauración. En los restaurantes
italianos hace ya tiempo que se sirve el aceite de oliva, así como el
vinagre y el aceite balsámico de Módena, en botellas individuales,
etiquetadas que se dejan de forma permanente sobre la mesa.
Por este motivo, no ha habido nunca la polémica que
se desata en este país, ni los restauradores han aumentado los precios,
ni la gastronomía se ha ido al garete, ni la restauración ha perdido
clientes.
Los clientes están satisfechos con la nueva normativa y
que se acaben los trapicheos de envasado de relleno, muchas veces sin
saber el origen, ni el contenido de lo que le estaban añadiendo a la
comida.
En Italia, que también es corrupta, esta medida no ha levantado las ampollas de intereses que se ha
desatado en nuestro país.
Además, según informaciones, un porcentaje muy elevado de la producción de aceite de oliva, se exporta a más de 140 países del mundo (el consumo nacional era bastante más bajo que la exportación).
Y
ya que según las fuentes de información, España es el mayor productor
de aceite de oliva esta peccata minuta de los restaurantes no debería
causar este furor.
Si los restaurantes no consideran rentable la
nueva normativa, que supriman el sufrido pan con tomate que te sirven,
lo hayas pedido o no, cobrándolo luego a precios bastante elevados, bajo
concepto de cubierto o entrantes.
Pues iremos a Francia, donde no hay extras por consumir aceite de oliva.
Fuente: lavanguardia.es
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