En algunos catálogos se oferta a 1,21 euros, cuatro céntimos menos que el girasol que más se vende
La guerra sin cuartel entre los grandes de la alimentación, que disparan a discreción por hacerse con 'el cliente', está teniendo fatídicos efectos colaterales en el olivar. La utilización del aceite de oliva como artículo reclamo en los catálogos se ha convertido, desgraciadamente, en el pan nuestro de cada día. El problema es que este producto nuestro, del que comen unas 110.000 familias en Jaén, ya no es un 'reclamo'. Ahora prácticamente es un 'regalo'. En efecto, el último '¡ofertón!', el litro de una mezcolanza de refinados con vírgenes a 1,21 euros. Para que se hagan una idea. La marca líder de girasol -blanca, por cierto- está tarifada en estos momentos a 1,25 euros. Cuatro céntimos por encima. Es más. Trasladémonos ahora a las almazaras y cooperativas oleícolas de Jaén. El kilogramo de virgen en origen se cotizaba este viernes a una media de 1,705 euros. Es decir, los olivicultores cobran cincuenta céntimos más que lo que pagan los usuarios finales. La misma lectura se puede hacer con los lampantes, que ayer estaban saliendo en origen a 1,592 euros. O sea, casi cuarenta céntimos por encima de los referidos 1,21 euros.
En esta batalla hay vencedores y vencidos. Los vencedores, que no deben ser los distribuidores porque en teoría no pueden vender a pérdidas -el 'dumping' está considerada una práctica de competencia desleal-, son los consumidores. Con el litro a 1,21 euros se pueden permitir el lujo, por ejemplo, de freír los calamares o las croquetas con un oliva, considerado la mejor grasa vegetal por sus bondades para la salud y para la buena cocina -sobre todo sin son extras-. Ya saben que les saldrá más económico que con un girasol. Y los perdedores ya habrán intuido quienes son. En efecto, los aceituneros altivos que difícilmente conseguirán que les den algo más por su producto, incluido el valor de su esfuerzo y trabajo. En este punto conviene recordar que el umbral de la rentabilidad para la generalidad de las plantaciones jienenses se sitúa entre los 2,20 y los 2,40 euros. Un euro por encima de esos 1,21 euros a los que algunos ya ofertan el 'oro líquido' -o quizá sea ya más conveniente hablar de 'hojalata líquida'-.
Punto de inflexión
Esto es el ahora, el presente. Pero todo pinta que el mañana no será así. Ante las enormes dificultades para que el sector se dimensione -el proceso se está desarrollando de forma exasperantemente lenta-, ante la posición desfavorable de quienes no tienen ninguna fuerza para negociar precios, el clima se ha convertido en el principal aliado. Aunque en este 'negocio' buena parte de los mensajes que se lanzan no son inocentes, el hecho es que ahora mismo Jaén debería estar lleno de gente portando máscaras antipolen y, sin embargo, no se ven muchos. Aunque los expertos dicen que la fase de apogeo de la floración del olivo se retrasará una semana, ahora mismo, que deberíamos estar por encima de los 3.000 granos por metro cúbico de aire, todavía no se han superado los 150. Hemos vivido uno de los inviernos más secos de la historia y el cultivo, por muchas propiedades milagrosas que se le atribuyan, está exhausto tras un ciclo de campañas con producciones récord (vecería) y sobre todo está sediento, dos circunstancias que pueden tener una enorme repercusión sobre la próxima recolección.
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