25 junio, 2010

«Con los precios del aceite estoy perdiendo dinero y he decidido dedicarme a otra cosa»

La crisis agraria dispara el abandono de olivares en la provincia de Jaén y cierra las puertas del campo a los jóvenes

Se llama Pedro. Tiene 31 años. Y su historia es idéntica a la de cientos de jóvenes para los que, contradiciendo el aforismo, 'las puertas del campo están cerradas'. El tema en sí, el de la falta de relevo generacional en el agro, no es novedoso. Pero sí lo es uno de los factores que está imposibilitando el 'aterrizaje' de savia nueva, de jienenses que llevan el olivar impreso en su ADN. Los misérrimos precios del aceite de oliva han situado la inmensa mayoría de las explotaciones muy por debajo de la rentabilidad. Con el agravante de que ésta será la segunda campaña consecutiva sin beneficios. Es decir, al obstáculo que implica la compra de suelo agrícola a un coste razonable, a los escollos para obtener financiación, ahora se suma un tercer vector tanto o más definitivo que los dos anteriores. ¿Para qué arriesgar en un negocio que no es viable? Pero si preocupante es el déficit de incorporaciones, no lo es menos que haya productores que, hastiados por una coyuntura que no mejora, deciden tirar la toalla.
Volvamos al ejemplo de Pedro. Que podría ser también el de Luis, Enrique, Matías y tantos otros que han optado por dedicarse a otros menesteres para garantizarse el sustento. «Yo estudie LADE -Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas-, pero siempre con la intención de centrarme antes o después en el sector agropecuario, mi gran vocación», comenta Pedro, quien explica que, después de perder su empleo como director de tesorería de un grupo empresarial a causa de la crisis, se lanzó a la aventura de arrendar una finca para dedicarse a la oleicultura. «Lo hice, empecé con ilusión, pero poco a poco fui comprobando que los estudios económicos que realicé en su momento se quedaban cortos porque el producto se devaluaba y no había forma de que se apreciara», indica.
Las cuentas no salen
«Tanto es así -agrega- que al final del ejercicio había una desviación del 30 por ciento entre los ingresos presupuestados y lo que realmente entró en caja». «De ese 30 por ciento pude compensar un 20 por ciento sacrificando mi margen de ganancia y el otro 10 por ciento lo tuve que poner de mi propio bolsillo», aclara. Y añade que, ante la perspectiva de un segundo año con pérdidas, ha optado por otra ocupación acorde con su titulación. «Mis proyectos personales también se han visto afectados -señala apesadumbrado- y he tenido que suspender mi boda».
Sigue:ideal.es
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