El objetivo es reducir la dependencia de los combustibles fósiles e
incentivar el aprovechamiento de los residuos agrícolas y
agroindustriales
El grupo de investigación ‘Ingeniería Química y Ambiental’ de la
Universidad de Jaén aspira a desarrollar un modelo de biorrefinería sostenible con el
medio ambiente que aproveche la biomasa y los residuos agrícolas y agroindustriales. El
objetivo es reducir la dependencia a los combustibles fósiles y abogar por una
‘bioeconomía’, basada en recursos biológicos. Para alcanzar esta meta, el equipo
jiennense lidera y participa en diversos proyectos vinculados con este ámbito, puestos
en marcha desde el Centro de Estudios Avanzados en Energía y Medio Ambiente
(CEAEMA) de la UJA, así como con otras universidades y centros de investigación
nacionales e internacionales.
Dentro de este ámbito, el grupo se ha centrado en la valorización de los residuos y
subproductos que genera el sector oleícola a través del proyecto de investigación
financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad titulado ‘Diseño y optimización
de una biorrefinería sostenible basada en biomasa del olivar y de la industria del aceite
de oliva: análisis tecnoeconómico y ambiental’. El grupo de la UJA está desarrollando
este proyecto en colaboración con el CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas,
Medioambientales y Tecnológicas) y a partir del mismo se ha evaluado la cantidad
disponible de recursos como la poda del olivar, las hojas y ramas pequeñas que se
separan de la aceituna en las almazaras, o el orujillo (subproducto resultante tras la
extracción del aceite de orujo de oliva). El objetivo es investigar su potencial para
generar energía y para aprovechar sus componentes bioactivos.
La investigadora y miembro de este grupo, Encarnación Ruiz, explica que la puesta en
marcha de estas nuevas plantas bioenergéticas aún requiere de mucho trabajo de
investigación, principalmente dirigido a optimizar los procesos de obtención de los
distintos bioproductos. “Nuestra línea principal es la obtención de biocarburantes para el
transporte, concretamente bioetanol avanzado de segunda generación, que sustituya a
la gasolina y que por lo tanto reduzca las emisiones de CO 2 ”, señala la experta.
Actualmente, el bioetanol se obtiene en diversos países del mundo; en Brasil por
ejemplo, a partir de caña de azúcar, en EEUU del maíz y en la UE principalmente del
cereal, es lo que se conoce como el bioetanol convencional de primera generación. No
obstante, la investigadora de la UJA apunta que el bioetanol avanzado de segunda
generación se extrae de biomasa no alimentaria, de manera que la materia prima no es
sólo más barata, sino que además se le da solución a una enorme cantidad de residuos
cuya eliminación es un problema desde el punto de vista medioambiental. “Es una forma
de hallar una doble solución”, matiza.
La obtención de bioetanol a partir de la biomasa es un complejo proceso bioquímico que
se basa en la fermentación de los azúcares estructurales que hay en los residuos
agrícolas. En este sentido, Encarnación Ruiz explica que el proceso requiere de la
extracción de dichos azúcares, para lo que previamente es necesario aplicar
tratamientos termo-químicos que permitan el fraccionamiento de los distintos
componentes de la biomasa. “En este tratamiento es donde más se está trabajando y
aún es necesario mucha investigación para optimizar el proceso”, apunta.
Biorrefinerías flexibles y sostenibles
“Para que estas biorrefinerías sean viables desde el punto de vista económico y
productivo no basta con la elaboración de biocarburantes a partir de los azúcares
estructurales, sino que hay que aprovechar los demás componentes de la biomasa, hay
que ir hacia un modelo de biorrefinería flexible tanto en cuanto a materias primas como a
bioproductos derivados”, recalca la experta de la Universidad de Jaén.
Y es que estos recursos agrícolas son una fuente rica en antioxidantes naturales, con
múltiples aplicaciones en campos como el de la nutrición, la cosmética o la medicina.
También se pueden obtener otros productos como el xilitol, que es un edulcorante
natural, o los oligosacáridos (compuestos con propiedades prebióticas). La biomasa es
rica también en lignina, que son polímeros orgánicos con un alto poder calorífico, “este
potencial podría utilizarse para que la biorrefinería pueda autoabastecerse desde el
punto de vista energético”, matiza Encarnación Ruiz. En este punto, el objetivo es ubicar
estas plantas en puntos estratégicos y cercanos a los residuos, para que no haya que
transportarlos y movilizarlos en grandes distancias, y optimizar los procesos necesarios
para obtener bioetanol, energía, y numerosos productos de valor añadido a partir de
biomasa.
Más apoyo y más investigación En la actualidad, este tipo de plantas energéticas no están implantadas desde el punto
de vista comercial, aunque sí existen algunas instalaciones experimentales. “Se necesita
más investigación para optimizar los procesos, mejorar el rendimiento y reducir el coste
energético, así como también se necesita más apoyo económico por parte de las
administraciones públicas y de las empresas, y más incentivos para seguir trabajando en
esta línea”, subraya la investigadora de la UJA. “El modelo de economía que tenemos es
insostenible desde el punto de vista medioambiental. Este modelo de biorrefinería
reduce la dependencia tan grande que tenemos de los combustibles fósiles, aprovecha
una enorme cantidad de residuos agrícolas que se generan y reduce la emisión de CO 2 ”,
concluye.
En estas líneas de investigación, el grupo de la UJA ha colaborado con universidades de
otros países como Portugal, Colombia o Francia, entre otros, y ha participado en
numerosos foros, encuentros y redes profesionales de proyección internacional con el
objeto de generar colaboraciones entre investigadores, agricultores, empresarios y otros
sectores que pueden aportar algo o que están interesados en el camino hacia la
sostenibilidad.
Fuente:np
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