Medio ambiente. A mediados de enero saltaba la alarma sobre los olivos centenarios de Puig des Molins, patrimonio natural del museo y de la ciudad: dos árboles habían dado positivo afectados por la Xylella Fastidiosa y era necesaria una intervención urgente para atajar esta amenaza. Tres meses después, los olivos lucen en el recinto como no lo hacían desde hacía décadas.
No hay mal que por bien no venga. Los
olivos centenarios de la necrópolis de Puig des Molins lucen esta
primavera como cuando antiguamente esta ladera estaba llena de bancales
de cultivos sustentados por parets secas y todavía no se había
empezado a excavar. De aquello ya hace un siglo. «Yo en mis cincuenta y
tantos años de vida no había visto los olivos así de bien», asegura el
director del Museo Arqueológico de Eivissa, Benjamí Costa.
La 'culpa' de este esplendoroso aspecto del olivar la tiene la Xylella Fastidiosa,
la bacteria que se cierne sobre el cultivo balear y que en la
necrópolis de Puig des Molins amenaza a cerca de 300 ejemplares, algunos
con más de 400 años de vida. La xylella se cargó a dos olivos
que estaban situados en la parte alta del recinto y que dieron positivo
en los análisis efectuados por los técnicos; y ha obligado a la
administración a realizar una intervención urgente en el resto de
ejemplares, así como la docena de almendros que todavía resisten. Como
en el resto de cultivos donde se ha actuado contra esta bacteria, el
protocolo que marca la conselleria de Medio Ambiente es el de
contención; es decir, primero eliminar y calcinar el ejemplar infectado
por la bacteria y luego, podar, sanear y extraer las hierbas que crecen
alrededor de los árboles, que se convierten en los principales vectores
de esta enfermedad.
Una vez al año
El director del
museo se muestra satisfecho por la intervención que está realizando los
operarios de Tragsa desde hace un mes y que está a punto de finalizar,
pero confía que este trabajo no sea una actuación esporádica. «Ya he
hablado con la conselleria para que traten de destinar una partida fija a
este cometido, porque si no dentro de un año volveremos a estar igual y
la amenaza de la xylella y de otras enfermedades siempre va a estar presente», señala Costa. Hasta
ahora, el único cuidado de estos árboles era las podas que hace la
Agrupación de Defensa Vegetal y Sanitaria del Olivar de Ibiza, que, con
un grupo de voluntarios, se dedica a podar los árboles, «pero que
lógicamente no puede podar más media docena al año», dice Costa.
Los
dos casos localizados en el museo de árboles afectados son un pequeño
porcentaje de los muchos que hay repartidos por la isla. «Hasta la fecha
se han detectado unos sesenta, de los que se han eliminado la mitad»,
apunta el conseller de Medio Ambiente, Miquel Vericad. ¿Y porqué solo la
mitad? Pues porque la tramitación en estos casos para intervenir en
estos árboles «es lenta y el procedimiento es un poco complejo» hasta
que se tienen todos los permisos para poder exterminar el ejemplar
infectado.
Erradicar o contener
A pesar de que ya
son más de sesenta los ejemplares detectados, Vericad recuerda que
todavía se está en una fase primigenia de la plaga y que ahora lo más
importante es la decisión la Unión Europea sobre cómo afrontar la lucha
contra la xylella: si seguir con la contención o aplicar la
erradicación.
La contención es la medida que ha aplicado el Govern
y la erradicación es la que ha impuesto la Unión Europea en otras
plagas de xylella, que implica la destrucción de todos los árboles y
plantas de las 300 especies susceptibles de ser infectadas en 100 metros
a la redonda de cualquier ejemplar contagiado, lo que en el caso de
Balears afectaría a cientos de miles de árboles (por ejemplo, se
tendrían que eliminar todos los olivos de Puig des Molins) y generaría
un enorme impacto en la agricultura y el paisaje, según el Govern.
De
momento, antes de que la UE adopte una decisión definitiva (dentro de
un mes está prevista la visita de los técnicos a Balears para analizar
la situación), la administración local ha adoptado sus propias medidas
de control, tanto en los viveros como en el puerto y en el aeropuerto,
donde se confiscan las plantas o vegetales que los ciudadanos pretenden
sacar fuera de la isla.
«En muy poco tiempo se inmovilizaron en
el aeropuerto dos sacas grandes de plantas, como ramas de romero o de
olivo», explica Vericad, quien reconoce que estas medidas son una
«pequeñísima» parte del trabajo que hay que hacer. El conseller señala
que la idea también es informar y formar en este tema a los particulares
y propietarios a través de las asociaciones de vecinos, parroquias,
etc.
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Fuente:diariodeibiza.com
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