Antes, cuando las cosechas venían escasas, las aceiteras jiennenses se limitaban a abastecer a sus clientes más cercanos y señalaban, con algo de pesadez, que no había producto suficiente para salir al extranjero.
Ahora, la producción viene muy corta, pero la idea ha cambiado. El año
pasado, la mayoría del aceite de oliva se vendió fuera de las fronteras
españolas, simplemente, porque los operadores consideran que el mercado
español es injusto a la hora de pagar el esfuerzo que conlleva producir
un litro de aceite de oliva. En cambio, sí que ven mucho más rendimiento
en el extranjero. El secretario general de la Unión de Pequeños
Agricultores de Andalucía, Agustín Rodríguez, ratificaba el verdadero
motor de la exportación del aceite de oliva. Cada litro de aceite
jiennense se paga a una media de 6,5 euros en el extranjero, mientras
que el mercado español no ha dado ni 3 euros durante los últimos meses.
De
hecho, si se calcula el precio medio en la tienda del aceite de oliva
durante la última campaña, los vendedores han recibido alrededor de 4,5
euros —resultado de sumar lo que se paga dentro de España y fuera de las
fronteras—. Sin embargo, las empresas que han optado por la
internacionalización han obtenido mejores registros. En cambio, los que
han suministrado el producto para que se vendiera dentro del país han
tenido una peor cuenta de resultados.
España comercializó 1.110.800
toneladas en el extranjero, lo que se traduce en un 43% más que la media
de los últimos cuatro años. Aproximadamente, el 44% de este aceite de
oliva salió de las fábricas jiennenses, lo que denota la enorme
capacidad productiva de esta tierra. Sin embargo, esta vocación
exportadora no nace de las inquietudes empresariales altruistas por
explorar otros mercados, sino, simplemente, porque los consumidores
extranjeros han pagado una media de 6,5 euros por litro, mientras que en
España no se llegaba ni a los 3. De ahí que los emprendedores que
tienen estructuras comerciales y departamentos para internacionalizar
sus productos se han lanzado a la conquista de “nuevos mundos” porque
han sido mucho más rentables.
Cada vez hay más empresas de esta
provincia con capacidad para vender en el extranjero. Precisamente, el
informe de Analistas Económicos de Andalucía, que es el instituto de
estudios de Unicaja, señalaba que las exportaciones de las empresas de
Jaén crecieron un 30% durante el último año gracias al elevado ritmo de
comercialización de aceite de oliva en países emergentes o en los
mercados tradicionales, en los que la grasa se conoce y se utiliza de
una forma más común en la gastronomía. Aquí ha jugado un papel clave la
Interprofesional del Aceite de Oliva Español, que ha puesto en marcha
campañas para la promoción del producto financiadas con fondos del
propio sector y con ayudas de distintas administraciones.
No
obstante, pese a que el zumo de la aceituna que se ha hecho en Jaén se
ha pagado caro, gran parte de este beneficio se ha escapado de esta
tierra. A Jaén le vuelve a pasar igual que hace años. Antes no
controlaba las estructuras comerciales del país y sus aceiteras se
dedicaban a molturar aceituna y llenar cisternas a cambio de un precio,
que era muy inferior en relación al que luego se vendía el producto en
los lineales. Aquí se ha avanzado bastante, aunque todavía no lo
suficiente. Pero ahora la “guerra” está en los mercados internacionales,
a los que resulta muy complicado acudir si no se tiene dimensión y unas
estructuras profesionales. Y cuando no se obtiene, solo queda
resignarse para conseguir un buen precio a granel para que otra empresa
consiga el dinero que se logra en el extranjero y se embolse la
plusvalía de la operación comercial.
la evolución. Los primeros meses
de la nueva campaña oleícola han dejado claro que el ritmo de venta no
frena. Existe una cosecha baja y, si no se ajusta la demanda a través
del precio —que suba el aceite para que se compre menos—, existen
ciertas dudas de que se pueda abastecer a todos los clientes. Antes se
daba por supuesto que el ritmo de exportaciones bajaría porque no había
producto disponible. En cambio, ahora los fabricantes y
comercializadores se encuentran con un escenario bien distinto. El
mercado extranjero paga casi el doble por el producto, por lo que, si se
mira la rentabilidad —el fin primordial de la empresa—, hay que vender
siempre al que lo paga mejor.
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Muchas gracias.
ResponderEliminarNosotros también somos olivicultores y en Teleoliva nos preocupamos mucho de dar buena información. Sois un ejemplo.