Entre olivos y viñas. Así
ha querido presentar Carlos Falcó, Marqués de Griñón, su último trabajo
literario, ‘Oleum. La cultura del aceite de oliva’. En su finca Casa de
Vacas, en el término municipal de Malpica de Tajo, rodeado por aquello
que le ha granjeado el respeto tanto en el mundo del vino y, desde hace
apenas diez años, como productor de aceite de oliva virgen extra, Falcó
ha hablado de una obra fraguada con tiempo, más de ocho años, y esmero,
el que da la experiencia, y que nace con espíritu reivindicativo. La
intención es clara, poner en el lugar que merece el ‘oro líquido’ tanto
en el aspecto culinario como en el de la salud, sin perder de vista la
importancia de la calidad y de la garantía de un producto que, en
ocasiones, se ve perjudicado por sucedáneos con ansias de ventas y
producciones masivas que merman sus características naturales.
La obra arranca con una pormenorizada descripción del origen del aceite
de oliva, en la ciudad siria de Ebla, en el siglo III a. C., como primer
enclave donde consta la producción de este elemento, y continúa con un
recorrido histórico por el arco mediterráneo, haciendo parada en Creta y
su palacio de Cnosos, dedicado por completo al arte oleico, y la
expansión del olivo de la mano de los fenicios. «El aceite ha sido clave
en la evolución de los pueblos, como material para iluminar con las
lámparas, como centro de la dieta, como cosmético, para productos
medicinales y lubricantes para los carros. Era el petróleo de la
Antigüedad», explica el Marqués.
Especial curiosidad levanta el uso del aceite como objeto de culto,
desarrollado en un capítulo del libro, donde las mitologías griega y
romana se dan la mano con las Sagradas Escrituras judías y cristianas
bajo la denominación ‘El óleo de Yahvé’.
Siria, Grecia, Cartago y, finalmente, España, la primera productora de
aceite de oliva virgen extra del mundo. No en vano, apunta Falcó, el 80
por ciento de la producción a nivel mundial se realiza en el
Mediterráneo europeo, y de éste, el 40 por ciento tiene denominación
nacional. «Somos el poder dominante, aunque no comercial», se lamenta. Y
es que, y en ese plano reivindicativo, el Marqués de Griñón apunta que
el consumidor y productor nacional ha dejado de creer en este producto
como una verdadera fuente de salud y calidad, relegándola a un segundo
plano, apurando su calidad por una mayor producción y viviendo episodios
amargos con aceites fraudulentos que usan un nombre para ofrecer
productos que nada tienen que ver con un virgen extra. Dice Falcó en la
conclusión de su libro que hay que proponer un aceite «apoyado en una
revolución tecnológica, cualitativa, dietética y de comunicación que
incremente su atractivo, que deje definitivamente atrás su estatus
actual de materia prima con escasa credibilidad comercial y ocupe el
protagonismo que merece en una nueva cultura que ponga de relieve su
estatus como estrella de la dieta mediterránea».
En este objetivo, Falcó cuenta con el apoyo de su hija, Xandra,
consejera delegada y alma máter del proyecto oleico a nivel
internacional, y de una materia prima que, materializada en sus
productos, destaca que tecnología e historia se dan la mano para
conseguir un aceite de excelente calidad y con sus propiedades
antioxidantes intactas. Porque, como concluye el Marqués, el aceite «es
un tesoro» que hay que potenciar.
Fuente:latribunadetoledo.es
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