El Ejecutivo de José Antonio Griñán está moviendo todos sus resortes para frenar la entrada de la portuguesa Sovena en SOS y, en paralelo, impulsar una oferta andaluza que tome el control del segundo grupo agroalimentario español tras Ebro Foods.
Un reto que la Junta ha marcado en rojo en su agenda dada la importancia estratégica del sector del aceite de oliva en esta comunidad autónoma, primer productor mundial del oro verde. SOS es, además, el mayor comprador de aceituna en la región.
Es precisamente por esta cuestión por lo que desde el Ejecutivo socialista ven con suma preocupación el poder que alcanzaría el hólding luso, si finalmente prospera la fusión entre Sovena y SOS. Una posición excesiva en la capacidad de compra del grupo frente al resto del mercado, que podría darle capacidad para influir en los precios.
El grupo también tendría un gran peso en comercialización, al unir su liderazgo en marca blanca (gracias al acuerdo que mantiene con Mercadona) con enseñas líderes como Carbonell, Bertolli, Carapelli y Koipe. Sovena además está presente en la producción, que ha reforzado con la compra del Proyecto Tierra por 90 millones a la propia SOS con más de 5.000 hectáreas de olivar en Portugal.
Estrategia y aspirantes
Ante este panorama, la Junta de Andalucía mantiene una estrategia doble. Por un lado, ha iniciado una carrera contrarreloj para que las empresas andaluzas de este sector presenten ofertas por SOS; y, por otro, está presionando a las cuatro cajas regionales –Unicaja, Cajasol, Caja Granada y CajaSur– para que apoyen financieramente a los eventuales candidatos.
A su favor se une la circunstancia de que estas entidades son los accionistas de referencia del grupo agroalimentario español, junto a Caja Madrid, que, al parecer, se mostraría más favorable a la opción lusa. Estas cinco entidades suman el 47,7% del capital de SOS.
Por el momento, ya han surgido dos aspirantes para hacer frente a Sovena: un grupo de diferentes almazaras y cooperativas de productores de aceite; y Hojiblanca, cooperativa malagueña y una de las mayores compañías aceiteras, con una facturación de 340 millones de euros. El fin último de ambas sería asegurarse un comprador para su producción de aceite de oliva a precios “razonables”.
Fuentes cercanas a la operación ven improbable que salga adelante la primera oferta y citan por encima del resto tres motivos. Por un lado, sería necesario poner de acuerdo a los miles de socios que forman parte de los grupos involucrados –entre ellos, JaenCoop, Interóleo, Olivar de Segura y Oleoestepa– para que aporten fondos de su bolsillo. Por otro, está el hecho de que esta unión está impulsada por la organización agraria UPA, muy vinculada al PSOE, una cuestión que politiza la operación.
Y, en tercer lugar, de concretarse la adquisición, es muy probable que acaben surgiendo intereses contrapuestos entre los nuevos accionistas y los propios intereses empresariales de SOS, algo que preocupa especialmente al mercado.
Respaldo público
Otra cuestión es la entrada en escena de Hojiblanca, que ha decidido echar el resto para hacerse con SOS. Además de su reconocida trayectoria empresarial, al frente está Antonio Luque, quien no sólo cuenta con el respaldo de la Junta, sino que a su condición de director general del grupo malagueño, une la presidencia de la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias. Es decir, goza de una posición privilegiada para buscar eventuales socios en este proyecto.
El gran obstáculo al que se enfrenta es la falta de fondos para abordar una operación de esta envergadura. Y es aquí donde el Ejecutivo de José Antonio Griñán está jugando un papel protagonista, exhortando a las cajas de ahorro regionales a que apoyen económicamente un proyecto clave para Andalucía. Esta semana, las conversaciones de Hojiblanca con las cajas se retoman con fuerza.
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