El grupo de investigación de la Universidad de Córdoba de Diego Barranco, del departamento de Agronomía, persigue, con el proyecto Obtención de nuevas variedades de olivo, producir nuevas variedades de este árbol que sean muy productivas, tengan mucho aceite de gran calidad, posean una mejor adaptación a los nuevos sistemas de plantación y sean más resistentes al hongo Verticillium, patógeno que se encuentra en el suelo, entra por la raíz y llega a secar completamente la planta.
Una muestra del trabajo de mejora realizado por la Universidad de Córdoba y el Instituto de Formación Agraria y Pesquera de Alameda del Obispo de la ciudad (IFAPA) es la nueva variedad denominada ‘Sikitita’ (hija de Picual y Arbequina), seleccionada por ser muy apropiada para su utilización en plantaciones de olivar en seto. De ella se han hecho varias publicaciones sobre el tema como la de Hort Sciencie y ha obtenido el título de protección en 2009 (equivale a patente) en la UE y en nueve países de fuera de ésta y sólo se puede adquirir a través de viveros que posean licencia de multiplicación.
Este árbol (‘Sikitita’) se caracteriza por su precocidad en la producción, su productividad y el menor vigor del árbol, en torno a un tercio más pequeño que el árbol de ‘Arbequina’, la variedad estándar en este tipo de plantaciones. Todo ello, la convierten en la más adecuada para la plantación de olivar en seto ya que las cosechadoras podrán recoger la aceituna de manera más rápida y cómoda. El investigador cordobés afirma que “sus menores costes de poda y una mayor duración de los setos puede servir para que pueda desplazar a ‘Arbequina’ de las explotaciones superintensivas en todo el mundo”.
“Obtenemos plantas genéticamente distintas (no modificadas genéticamente), favorecemos su crecimiento en invernadero y de ahí se trasladan al campo, donde estudiamos sus características durante cuatro o cinco años”, sostiene el profesor Barranco. Las mejores se propagan por estaquillado, método de multiplicación vegetal que se basa en tomar una parte de la planta que emitirá raíces y formará un nuevo ejemplar, para tener repeticiones de los olivos de mejores características. Éstos se plantan en distintas zonas geográficas (por ejemplo: Sevilla, Granada y Córdoba) y su evolución se seguirá otros siete u ocho años. De esta forma, obtener una nueva variedad de olivo lleva unos 15 años, indica el investigador de la UCO.
La actuación de los investigadores cordobeses se inició en 1991 y se basa en elegir una variedad (padre) con las mejores características que se cruzará con otra variedad (madre), aunque una misma variedad puede funcionar como ambos progenitores. Así, se toma polen del árbol que actuará como padre: “embolsamos ramas, éstas sueltan el polen, y con éste, se polinizan las ramas de la variedad que va a actuar como madre (en este árbol se embolsan las ramas para que no haya contaminación con polen de la atmósfera y cuando florecen las flores se pulveriza el polen de la variedad que actúa como padre). Se recolectan los frutos, de los que se separa el hueso, éste se abre con cuidado y se quita la semilla, que germinará, echará raíces y del que brotarán plantas de cada semilla, que tendrán genes del padre y de la madre.
Actualmente se buscan nuevas variedades de olivo que den soluciones a las nuevas características de producción y a los problemas del sector. "Uno de estos grandes problemas -comenta Diego Barranco- es la mecanización, principalmente a la hora de la recogida". Para solucionarlo se están adaptando al olivo máquinas específicas para la vid. Así, el tamaño más compacto y pequeño de ‘Sikitita’ resulta una gran ventaja.
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