Aceituneros cordobeses de Portugal

Tres enormes atractivos posee el vecino país de Portugal para los empresarios españoles del olivar que no tiene ninguna otra parte del mundo: terreno más que suficiente, agua en abundancia y clima mediterráneo. Una combinación casi perfecta concentrada en la comarca del Alentejo, al sur del país, donde el Gobierno luso tuvo la inteligente idea de construir el pantano más grande de Europa, el de Alqueva, con capacidad para abastecer a unas 110.000 hectáreas de nuevos regadíos.
Una oportunidad de oro que nadie con iniciativa podría dejar escapar, y así lo vio la familia Martínez Sagrera, que desde Córdoba dio el salto a Portugal adquiriendo, el mismo año en que se inauguró el embalse, 2002, la finca Rabadoa, de 1.300 hectáreas, en lo que supuso el primer gran desembarco español en aquel país.
Previamente, tal y como recuerda Juan Manuel Martínez Sagrera, quien inicialmente se encargó de gestionar aquel negocio, había llegado un grupo de Jerez, con una finca de 200 hectáreas, pero los primeros en importancia en acceder allí fueron los cordobeses.
Con el tiempo, el propio Juan Manuel, previendo el enorme potencial luso, se decidió a poner en marcha su propia iniciativa y adquirió otra finca de 630 hectáreas, actualmente en plena producción -con una previsión de 1,5 millones de kilos de aceituna en la presente campaña-, y creó un grupo, Franlabora, junto a sus socios el baenense José Luis De Prado, el palmeño Gerardo Caro, el técnico Brígido Chambra y su propio padre, Martín, incorporado posteriormente, que cuenta con la «almazara más grande de Portugal», en funcionamiento desde hace dos años bajo el nombre de «Fonte dos Frades».
Desembarco español
Evidentemente, no son los únicos en beber de esta, por ahora, inagotable fuente de riqueza. A la sombra de su desembarco inicial, fueron llegando luego el también cordobés Álvaro Lavella, así como el grupo Detea y la familia Parladé, ambos de Sevilla, «otros dos grupos fuertes de Madrid y uno más de Osuna», SOS-Cuétara o el extremeño Tany Nature.
De hecho, ha sido esta llegada española la que ha sacado al olivar luso de su aletargamiento. Hasta tal punto es así, que se han superado con creces las 30.000 hectáreas que la UE había otorgado como cuota subvencionable y «a las ya existentes, hemos puesto en marcha otras 40.000 hectáreas».
por:J. M. C. y sigue en abc.es
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