07 diciembre, 2010

El mercado del aceite aún se guía por el oráculo del aforo


Como todos los grandes imperios, el sector del aceite de oliva también tiene su oráculo. Se llama aforo y, simplemente, es una predicción sobre la cosecha. Cada administración, institución, organización o colectivo da el suyo y expone sus motivos. Lo más curioso es que determinan el mercado.
Si hubiera alguien capaz de saber en octubre cuánto aceite producirán los olivos y dar la cifra cerrada que el Ministerio de Medio Rural ofrece en mayo, simplemente sería un adivino y seguro que le iría mucho mejor si se dedicara a pronosticar los número de la Lotería Nacional.
Sin embargo, pese a que, visto así, parece que dar con la “tecla” resulta muy complicado, sorprende la enorme credibilidad que tienen los distintos aforos en el sector del aceite de oliva.
Las cifras que dan influyen en el mercado durante meses y son capaces de condicionar las operaciones y los precios. De ahí que los errores cuestan dinero y existen, también, estimaciones que, pese a que tienen rigor científico, van impregnadas de cierto interés. Salvo alguna excepción, los productores, en caso de duda, se quedan por abajo. En cambio, si lo hacen envasadores y distribuidores, tienden a apuntar hacia arriba —dar más cosecha de la que hay—, pese a que todos intentan mantener un rigor que no les haga perder la credibilidad para las siguientes campañas. Quizás el mejor ejemplo era el Informe Carbonell —en la época de los hermanos Salazar en SOS—, que generaba un tremendo malestar entre los productores de la provincia porque consideraban que no había tanto aceite como decía. En cambio, la multinacional defendía su rigor científico a “capa y espada”.
La consejera de Agricultura, Clara Aguilera, presentó el aforo de esta campaña hace unas semanas. Con la firme voluntad de ofrecer información pero, a la vez, que no influyera al mercado —en favor de la neutralidad que ha de mantener la Administración— insistió en que se debía de tomar, simplemente, como una estimación o, dicho de otro modo, un cálculo que se realiza con métodos científicos, pero que también tiene la capacidad de errar.
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